La obra de
Miguel Delibes

La obra de
Miguel

Delibes

Novelas
de Miguel Delibes

La sombra del ciprés es alargada
Destino, 1948
Miguel Delibes inaugura su carrera literaria con dos de las que luego serán sus constantes narrativas: la infancia y la muerte. Con su primera novela, «La sombra del ciprés es alargada», consigue el Premio Nadal en su cuarta edición –1947–.

Pedro, protagonista y narrador de esta historia, queda huérfano y es confiado a un atrabiliario profesor y tutor, el señor Lesmes, cuya filosofía de la vida se cifra en desconfiar y desligarse de los sentimientos y de los afectos, para no verse expuesto a perder un día lo que se ama. Es lo que le pasa al niño Pedro, a quien la muerte le arrebata primero a su íntimo amigo, Alfredo, y luego a la mujer de la que se ha enamorado. La muerte, personificada en la sombra del ciprés, «que corta como un cuchillo», se enseñorea de toda la historia y del ánimo de los personajes.

El escritor dedica esta novela a sus padres, a su mujer y a su hijo Miguel, nacido en 1947 y primero de sus siete hijos.

Aún es de día
Destino, 1949
En «Aún es de día», segunda novela de Miguel Delibes, Sebastián, hombre tarado y pobre, sufre las burlas y el desprecio de sus vecinos, e incluso el engaño de la chica de quien se ha enamorado y con la que sueña casarse. Él trata de superarlo con una intensa vida interior pero la sórdida realidad se impone y puede más que su espiritualidad.

La novela retrata con meticulosidad la vida de una ciudad de provincias de los años cuarenta del pasado siglo, en la inmediata posguerra española.

El camino
Destino, 1950
En «El camino», tercera de sus novelas, Miguel Delibes encuentra su voz y estilo narrativos según confesión propia.

La infancia vuelve a ser protagonista en este relato delibeano. El pueblo cántabro de Molledo Portolín, lugar en el que pasó su propia infancia y origen de su familia paterna, le sirve de inspiración.

Daniel, el Mochuelo, la noche anterior a su partida a la ciudad para estudiar, evoca sus once años en el pueblo que le vio nacer y en el que transcurrió su infancia junto a sus inseparables amigos, Roque, el Moñigo, y Germán, el Tiñoso. Las andanzas de estos tres niños, cuya amistad es también truncada por la muerte de uno de ellos como ocurría en «La sombra del ciprés es alargada», llenan las páginas de este bello relato, en el que se conjugan la ternura, un sutil lirismo y un delicado humor con la profunda comunión y sintonía de los personajes con el entorno y la naturaleza.

El estilo narrativo de Delibes, fresco y directo, cobra categoría magistral en esta obra.

Mi idolatrado hijo Sisí
Destino, 1953
Mi idolatrado hijo Sisí es una de las novelas más ambiciosas de Miguel Delibes, tanto en el contenido como en la forma. Además, presenta como novedad narrativa la contextualización histórica que el novelista hace a través de noticias tomadas de las páginas de los periódicos.

La obra, dividida en tres libros que recrean tres épocas sucesivas de la historia de España del siglo XX ̶ 1917-1920; 1925-1929 y 1935-1938 ̶ , cuenta la vida y andanzas de Cecilio Rubes, comerciante en una capital de provincia, católico de apariencias y de mentalidad típicamente burguesa, cuyo egoísmo le lleva a conformarse con un único hijo, a quien mima y tolera, y a quien la Guerra Civil española le arrebatará brutalmente.

La novela es una clara sátira moral en la que Delibes, con delicada ironía y sin puritanismos, censura el malthusianismo, creando al mismo tiempo uno de los personajes más inolvidables salidos de su pluma.

Diario de un cazador

Destino, 1955

Miguel Delibes obtiene el Premio Nacional de Literatura por la novela «Diario de un cazador», iniciada el 5 de enero de 1954 –como queda recogido en su manuscrito– y publicada en marzo de 1955.

El protagonista de esta novela, Lorenzo, bedel de instituto y cazador, anota en su diario, con un lenguaje expresionista y lleno de matices y resonancias populares, no sólo sus andanzas cinegéticas sino también aquellos trances que configuran su modesta existencia junto a su madre viuda y a su novia, Anita, con la que acabará casándose aunque no en esta novela.

Miguel Delibes señaló que Lorenzo, protagonista de «Diario de un cazador», «Diario de un emigrante» y «Diario de un jubilado», había sido el personaje más optimista y desenfadado salido de su pluma.

Diario de un emigrante

Destino, 1958

Miguel Delibes escribe esta novela, según propia confesión, a raíz de su estancia en Santiago de Chile, en 1955, tras haber ido leyendo en el viaje de ida su «Diario de un cazador», recién salido de la imprenta.

Lorenzo el cazador, ya casado con la Anita, emigra a Chile en busca de fortuna, dada la pobreza y las limitadas oportunidades que le ofrece su Castilla natal. A lo largo de un año escaso que dura la aventura, Lorenzo seguirá apuntando en su diario las incidencias de su acomodo al nuevo país y a las nuevas costumbres, los piques y enfados de la pareja, el descubrimiento asombrado de un nuevo uso del idioma castellano, los sueños, ilusiones y desarraigo de quienes se ven obligados a dejar su tierra y el desengaño final ante la imposibilidad de hacer fortuna.

Asombra en este relato la capacidad del novelista castellano para hacer suyo el modo de hablar de Chile, cuyo variopinto vocabulario incorpora progresivamente el protagonista, Lorenzo, a su ya peculiar manera de expresarse.

La hoja roja

Destino, 1959

El entrañable protagonista de esta novela, don Eloy, repite una y otra vez que le ha salido la «hoja roja» en el librillo de la vida, aludiendo a la hoja de ese color que aparecía antaño -años cincuenta del siglo XX- en los «librillos» de papel con que los fumadores liaban sus pitillos, y que significaba que las hojas estaban a punto de acabarse. Bien con esta expresiva metáfora, bien con la cantinela de que «la jubilación es la antesala de la muerte», don Eloy, jubilado, viejo y olvidado de su único hijo, comparte su soledad con una criadita de pueblo, la Desi, que acaba de perder asimismo a la única persona a quien se sentía ligada en su vida y que, por tanto, se encuentra tan sola y desamparada como el viejo.

Don Eloy y la Desi protagonizan un desolador relato en torno a la vejez, la soledad y el desamparo, aunque matizado, como siempre, con la ternura, el comedido lirismo y el humor balsámico que Delibes imprime a sus más patéticas historias.

Las ratas

Destino, 1962

Delibes, coartado en su libertad de expresión a la hora de denunciar la postración del medio rural castellano desde el periódico que dirige, El Norte de Castilla, busca las vueltas a la censura y escribe esta novela, «Las ratas», una visión descarnada y trágica de la tierra y las gentes de la Castilla de mediados del siglo pasado.

El clima, el medio geográfico y la inmutable estructura social determinan de modo decisivo -como el inapelable destino en las tragedias clásicas- el ser y el existir de los vecinos del villorrio de la novela, cuya pobreza, en algunos casos, les obliga a tener que alimentarse de ratas de río para sobrevivir.

Entre todos los personajes del relato, elementales y broncos, surge la milagrosa figura del Nini, niño que sabe de la naturaleza y su entorno más que nadie y cuya candidez se eleva por encima de la sórdida realidad que le rodea.

Como un auténtico símbolo del bien sobre el mal, de la pureza contra la miseria y la astucia, el Nini se erige en el único bastión contra la tragedia que se cierne y acaba desencadenándose sobre el pueblo y sus habitantes. El Nini es, sin duda, una de las más señeras creaciones salidas de la pluma de Delibes.

Cinco horas con Mario

Destino, 1966

Carmen Sotillo, Menchu, acaba de perder a su marido, Mario, y vela su cadáver a lo largo de la noche. Algunos párrafos subrayados en una Biblia que Mario tiene en la mesilla desatan en Menchu una oleada de recuerdos y un denso y desordenado monólogo en el que pasa revista a la vida en común, con todo cuanto de comprensión e incomprensión ha habido entre ellos. La mentalidad burguesa y acomodaticia de Menchu contrasta con el espíritu liberal, inconformista y comprometido de Mario, que su esposa no deja de censurar a lo largo del monólogo.

De hecho, y según confesión del propio Delibes, la fórmula de monólogo interior adoptada por el novelista en esta obra respondió a exigencias de la censura reinante en la época, pues de haber presentado a Mario vivo, defendiendo las ideas que su viuda le echa en cara, la novela no hubiera obtenido el beneplácito de los censores.

Parábola del náufrago

Destino, 1969

La novela «Parábola del náufrago» es un experimento literario y constituye un caso atípico y aislado en la narrativa delibeana.

La obra, además de una dura crítica de los regímenes totalitarios, sean del signo que sean, contiene también una sátira formal contra las teorías de la destrucción del lenguaje, imperantes en el momento en que se publica y que Delibes recrea no sólo con el inefable idioma inventado por el protagonista sino en la propia puntuación y sintaxis del arranque de la novela y de dispersos y fugaces momentos de la misma.

Como si se tratara de la transcripción literal de una pesadilla, Delibes nos narra la vida, «naufragio» y aborregamiento final de Jacinto San José.

Recluido en un Refugio de Recuperación de Don Abdón S.L., símbolo del poder autocrático y paternalista –»Don Abdón es el padre más madre de todos los padres»-, Jacinto San José, calígrafo ejemplar y sumador de sumandos, se ve, no obstante, sometido a una cura rigurosa por marearse al trazar los ceros -que confunde, además, con las oes-, por inventar y promover el movimiento «Por la mudez a la Paz» y su correspondiente idioma «contracto» y por compadecerse de la degradación «perruna» de su amigo Genaro Martín.

El príncipe destronado

Destino, 1973

En 1973 ve la luz esta novela, «El príncipe destronado», que Delibes había escrito en 1964.

Quico, un niño de tres años, se ve de pronto desplazado por la llegada de su hermanita. Y todo su empeño -como el de tantos niños en similares circunstancias- es hacerse notar, seguir acaparando la atención de los mayores, particularmente de su mamá, como lo había venido haciendo hasta ese crucial momento.

«El príncipe destronado» no es otra cosa que el relato minucioso -hora por hora- de un día cualquiera en la vida cotidiana de Quico y su familia. Pero la novela es al mismo tiempo un fresco de las relaciones y conflictos familiares y en particular de las del padre y la madre, que viven la posguerra española -época en la que se desarrolla la novela- desde puntos de vista absolutamente dispares: el de los vencedores y el de los vencidos. La versión cinematográfica que hará años más tarde Antonio Mercero refleja en su título, «La guerra de papá», este aspecto de la novela.

Miguel Delibes ofrece en su trayectoria novelística admirables y acabados retratos de niños protagonistas. En el caso del pequeño Quico el escritor alcanza la más alta cota de maestría y sensibilidad para recrear el alma infantil.

Las guerras de nuestros antepasados

Destino, 1975

«Las guerras de nuestros antepasados» es una novela en forma dialogada, en la que el recluso Pacífico Pérez, condenado por homicidio, desvela al médico de la prisión su vida y sus sentimientos. A lo largo del entrecortado relato de este joven pueblerino, de insobornable candor y de una casi enfermiza sensibilidad, va el lector tomando conciencia de un país y de una sociedad, violenta y enfrentada, que no puede, generación tras generación, vivir sin una guerra que librar. «Cada hombre tiene su guerra, lo mismo que tiene una mujer», a tal conclusión llega el ingenuo Pacífico Pérez quien al final, sin comerlo ni beberlo, ajeno a una sociedad en la que no ha sabido ni querido integrarse, morirá aplastado por quienes dictan las normas de esa sociedad.

El disputado voto del señor Cayo

Destino, 1978

El señor Cayo vive en un pueblo prácticamente en ruinas, en el que sólo viven dos vecinos que ni se hablan, al que un día llegan tres militantes de un partido político a hacer propaganda electoral coincidiendo con la celebración de las primeras elecciones democráticas.

Las categorías del viejo campesino –el señor Cayo–, su reposado hablar, su ancestral sabiduría pegada a la tierra y a la vida contrastan con el lenguaje crudo y vano de los recién llegados, con sus planteamientos provisionales y oportunistas, y ponen en evidencia dos mundos y dos culturas que se ignoran: una que desaparece poco a poco y otra, ruidosa, masificada y tópica, que viene a suplantarla. La novela es una constatación y una sátira de la antítesis entre estas dos concepciones de la vida e incluso de la historia en la que, sin embargo, y una vez más, la melancolía y la ternura de Delibes humanizan la desaparición del mundo simbolizado por el señor Cayo.

Los santos inocentes

Planeta, 1981

«Los santos inocentes» -obra narrada en forma de una gran salmodia con una disposición tipográfica de los textos casi poemática- es la novela del sometimiento y la humillación de los perdedores que se erige, al mismo tiempo, en un alegato contra los poderosos y a favor de los desheredados.

Dividida en seis libros, como otros tantos cantos épicos, esta historia trágica y lírica al mismo tiempo nos narra la dramática existencia de unos seres marginados, habitantes de un cortijo extremeño, cuyo sometimiento al amo marca y determina su miserable vida cotidiana.

Las figuras de Paco el Bajo y el «inocente» Azarías, con su «milana bonita», son dos personajes cumbre en la galería delibeana.

Cartas al amor de un sexagenario voluptuoso

Destino, 1983

Un jubilado sexagenario encuentra un día, en una revista de la sala de espera de un médico, el anuncio de una viuda de 56 años que pide cartearse «con caballeros de hasta 65 y de similares características» a las que de sí misma expone. Eugenio Sanz Vecilla hace suya la propuesta y comienza una correspondencia entre ambos, si bien la novela sólo recoge las misivas del protagonista.

Estas cartas van desvelando, poco a poco, la cicatera personalidad y el pasado y presente de un solterón egoísta y redicho, pagado de sí mismo, sensiblero y sin más conocimiento de la relación amorosa que los equívocos ensueños que el intercambio epistolar le va produciendo. La historia terminará con una sorpresa final maliciosa y quizá un tanto cruel, que si bien nos recuerda las aventuras y noticias al uso relacionadas con el corazón, nos deja el amargo sabor de boca de la soledad humana y de la difícil relación entre las personas.

El tesoro

Destino, 1985

«El tesoro» es una nueva novela del encuentro -por no decir «encontronazo»- entre el campo y la ciudad: el tópico binomio de la bondad de la aldea frente a la malicia de la corte.

En esta obra son los campesinos de un lugarejo de Castilla, en cuyas tierras de labor se ha encontrado un «tesoro» prehistórico, quienes recelan y se oponen a la labor científica de un grupo de arqueólogos que llega al pueblo a estudiar y catalogar el hallazgo. La ignorancia y codicia de estas gentes primitivas -Delibes sigue denunciando el abandono del campo castellano- sólo ven en los expertos y en la administración pública que los envía a unos ladrones que llegan, como tantas veces, a quitarles lo que es suyo.

Para esta novela Delibes se basó en hechos reales protagonizados por un equipo de arqueólogos muy cercanos a él.

Madera de héroe

Destino, 1987

Originalmente el título de esta novela fue «377A, madera de héroe», pero posteriormente, por decisión del propio Miguel Delibes, quedará reducido a «Madera de héroe» en búsqueda de una mayor claridad.

Esta obra contiene una notable carga autobiográfica -377A, por ejemplo, fue el número asignado a Delibes en el crucero «Canarias» durante su etapa en la Marina española- y puede considerarse como una de las más ambiciosas y cuajadas del escritor castellano.

Gervasio García de la Lastra -trasunto del niño y adolescente que fuera Delibes y su grupo de amigos en el momento en que se declara la Guerra Civil española- experimenta un raro fenómeno cada vez que oye música militar: se le erizan los pelos del cogote. Esta rareza es interpretada por gran parte de su familia como una predisposición para el heroísmo, sin embargo, más tarde, se demostrará que es señal o síntoma de todo lo contrario.

Con esta expresiva anécdota de fondo, Miguel Delibes narra, con mano maestra, los azares de unos cuantos personajes que se ven envueltos en una guerra que les pilla por sorpresa y que los marcará para siempre, como les ocurrió al propio novelista y a las gentes de su entorno.

Señora de rojo sobre fondo gris

Destino, 1991

Un prestigioso pintor, sumido en una aguda crisis creativa, va evocando ante su hija, recién salida de la cárcel, una serie de recuerdos centrados en torno a dos acontecimientos decisivos en su propia vida: la detención de la hija y su marido por motivos políticos y, sobre todo, la enfermedad y muerte casi repentina de su mujer.

Con fuerte carga autobiográfica –Delibes rinde un homenaje a su esposa, fallecida en parecidas circunstancias en 1974–, la novela es una intensa historia de amor en desenfrenada carrera hacia la muerte así como el retrato de una mujer convertida en personaje, con una personalidad humana fuera de lo común.

Diario de un jubilado

Destino, 1995

Lorenzo fue primero cazador («Diario de un cazador», 1955), luego emigrante en Chile («Diario de un emigrante, 1958), y ahora, cuarenta años después de sus primeras andanzas, escopeta en ristre por los páramos de Castilla, vuelve a protagonizar una tercera novela, con sesenta años cumplidos y prejubilado de una fábrica de automóviles.

Miguel Delibes siempre había querido hacer de Lorenzo una especie de álter ego literario que fuera practicando los deportes que él practicaba y envejeciendo con él. Sin embargo, requerido por otros temas y personajes, dejó pasar cuatro décadas sin volver sobre el vitalista y deslenguado cazador que, en palabras del propio escritor, era su personaje más optimista. Lorenzo, aquel ser primitivo, de buen corazón y sencillas aspiraciones, además de prejubilarse, a lo largo de este amplio periodo de tiempo se ha dejado arrastrar por la sociedad de consumo, circunstancia que da pie a Delibes para censurar el mundo falso y materialista de nuestro tiempo.

El hereje

AÑO: 1998

«El hereje» es la última novela publicada por Miguel Delibes. Esta obra, dedicada «A Valladolid, mi ciudad», es, en palabras del escritor, la más «ambiciosa y compleja» de cuantas ha escrito.

El mismo año en que Lutero provoca el cisma de la Iglesia Romana, 1517, nace en Valladolid Cipriano Salcedo, hijo de un comerciante en lanas, comerciante él también y fabricante de ropas, que por razones más sentimentales y afectivas que de conciencia, se adhiere a la secta protestante fundada y dirigida en Valladolid por el Doctor Cazalla. La Inquisición corta de raíz este cisma y condena a la hoguera a sus seguidores, entre ellos a Cipriano Salcedo.

La peripecia humana y espiritual de este hombre honesto -un perdedor más de la galería de personajes delibeanos-, sirve al novelista para trazar una recreación magistral del Valladolid de la época de Carlos I, de sus gentes y costumbres, de la agitación política y religiosa del momento y, sobre todo, de la lucha del ser humano por alcanzar la verdad y por defender a toda costa su libertad de conciencia.

Cuentos
de Miguel Delibes

La partida

Luis de Caralt, 1954

«La partida» es el primer libro de cuentos publicado por Miguel Delibes.

El argumento de los cuentos, por lo general, se basa en experiencias del propio escritor o en situaciones muy cercanas a él. «La partida», cuento que da título a este libro de diez relatos, recoge, por ejemplo, el enrolamiento de un muchacho en un barco mercante y tiene no pocos rasgos autobiográficos, al evocar las experiencias del novelista en la Marina española durante la Guerra Civil. Estas experiencias aparecen también en las novelas «La sombra del ciprés es alargada» y «Madera de héroe».

Forman parte de «La partida», los siguientes cuentos:

  1. «La partida»
  2. «El refugio»
  3. «Una peseta para el tranvía»
  4. «El manguero»
  5. «El campeonato»
  6. «El traslado»
  7. «El primer pitillo»
  8. «La contradicción»
  9. «En una noche así»
  10. «La conferencia»
Siestas con viento sur
Destino, 1957
Esta obra está compuesta por cuatro relatos, dos de ellos de ambiente urbano, «El loco» y «Los raíles», y otros dos de ambiente rural, «La mortaja» y «Los nogales».

«El loco» y «Los raíles» habían sido ya publicados de manera independiente en los años 1953 y 1954, respectivamente, en ‘La novela del sábado’. «La mortaja» formará parte de otro volumen de nueve cuentos publicado bajo este título en 1970.

En «El loco» un anodino empleado de banca cuenta a su hermano la obsesión que le embarga tras haber conocido casualmente a un hombre del que sospecha que está ligado al pasado de la familia y relacionado, incluso, con la muerte violenta de su padre.

En «Los raíles» las biografías de Teo y Tim, abuelo y nieto, corren paralelas como los raíles del tren si bien con aspiraciones y metas diferentes. Ambos queman sus existencias pretendiendo ser maître de hotel el primero y abogado el segundo, sin conseguirlo.

En «La mortaja» un niño, el Senderines, protagoniza una historia de desamparo y soledad. Toda su inocencia y su impotencia se aúnan para intentar vestir el cadáver de su padre, que acaba de morir repentinamente. Todos a su alrededor se inhiben e incluso se aprovechan de la indefensión del niño sin prestarle ayuda.

«Los nogales» recoge la relación entre Nilo padre, el mejor vareador de árboles de la comarca, y Nilo hijo, un ser disminuido y contemplativo, incapaz de secundar el oficio de su padre. La muerte, omnipresente en la narrativa delibeana, ronda toda la historia y la culmina trágicamente.

Viejas historias de Castilla la vieja
Lumen, 1964
Isidoro, protagonista y narrador de estas «viejas historias», emigrante en América, regresa a su pueblo después de 48 años de ausencia y evoca lo que fue y lo que es su lugar de nacimiento, una aldea de principios del siglo XX. La obra presenta por un lado la pobreza, el estancamiento, la rutina, la superstición y, por otro, la sensación de arraigo y pertenencia, las relaciones personales y el contacto cercano con el medio y la naturaleza.

Ironía y ternura, soterrada denuncia y profunda simpatía se conjugan en estas estampas, narradas con un estilo limpio y preciso, desde un cabal conocimiento del medio rural castellano, tanto en lo geográfico como en lo humano.

Miguel Delibes siempre consideró esta obra como uno de sus libros preferidos.

Los relatos que forman «Viejas historias de Castilla la Vieja», junto a una serie de grabados de Jaume Pla, se publicaron por primera vez en 1960, con el título «Castilla», en una tirada para bibliófilos de sólo 150 ejemplares. Posteriormente se publicarían en Lumen con fotografías de Ramón Masats.

La mortaja

Alianza Editorial, 1970

«La mortaja», relato que da título a este volumen de nueve cuentos, es uno de los más intensos y dramáticos de Miguel Delibes y en él se dan cita, de manera clara, las cuatro constantes de su narrativa: infancia, muerte, naturaleza y prójimo.

 

En estos relatos –«La mortaja», «El amor propio de Juanito Osuna», «El patio de vecindad», «El sol», «La fe», «El conejo», «La perra», «Navidad sin ambiente» y «Las visiones» – llama la atención la variedad de estilos y voces narrativas de la que hace gala Miguel Delibes.

El relato «La mortaja» se había publicado por primera vez en 1957, dentro del volumen «Siestas con viento sur».

Viejas historias y cuentos completos

Menoscuarto, 2006

«Viejas historias y cuentos completos» recopila en una sola obra la narrativa breve del escritor, sus cuentos, relatos y novelas cortas.

Se reeditan junto a «Viejas historias de Castilla la Vieja», volúmenes como «La partida», «Siestas con viento sur», «La mortaja» o «Tres pájaros de cuenta y tres cuentos olvidados».

Gustavo Martín Garzo, en el prólogo de esta recopilación, considera varios de estos relatos como pequeñas obras maestras de la alusión y la sugerencia, en los que están «algunas de las páginas más hermosas jamás escritas en nuestra lengua».

Otros cuentos
«Envidia» es un librito de pequeño formato publicado en los años 50 en la Enciclopedia Pulga de Ediciones G.P., que además del cuento que da título al volumen, incluye otros cuatro: «El duro», «El otro hombre», «La broma» y «La perra». Éste último fue incluido posteriormente por Delibes en el volumen de relatos titulado «La mortaja» (1970).

 

«La barbería», cuento publicado también en los años 50 en la Enciclopedia Pulga, fue reeditado en 1999 por la editorial cordobesa Ediciones La Corredera. En esta edición se incluyó también el discurso de recepción del Premio Cervantes.

El cuento «La milana» –embrión de lo que sería después el primer libro de «Los santos inocentes»– fue publicado por Delibes en 1963, en la revista Mundo Hispánico, y posteriormente ha sido recogido en diversas publicaciones críticas.

Tres cuentos de los años cincuenta –»El otro hombre», «La vocación» y «Bodas de plata»– fueron publicados en 2003 por la editorial RqueR en el volumen titulado «Tres pájaros de cuenta y tres cuentos olvidados».

La bruja Leopoldina y otras historias reales

Destino, 2018

Reúne por primera vez en un volumen las narraciones autobiográficas de Miguel Delibes ya publicadas en Mi vida al aire libre y Tres pájaros de cuenta. El lector podrá encontrar en ellas, como protagonista, al Delibes más jovial, optimista y entrañable, de niño y de adulto, acompañado de su familia y de sus amigos, en la ciudad y, sobre todo, en el campo, y podrá disfrutar a través de su mirada de la naturaleza y los deportes.

Esta edición viene acompañada de La bruja Leopoldina, una pequeña joya inédita, escrita e ilustrada por Delibes con sólo dieciocho años. Este hallazgo, junto a unos texto espléndidos, pero no muy conocidos, servirá para descubrir la esencia de uno de los autores más leídos e influyentes de las letras españolas.